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Proteger el medio ambiente, entregar frutas y hortalizas de calidad y con escasa presencia de productos químicos, constituyen los objetivos de los trabajadores de la CCS Israel León de Jagüey Grande.

 

El recorrido se convirtió en una rutina para Dunieski, Miguel Ángel y Daniel. Cada mañana antes de ingerir alimentos “dan una vueltecita” para comprobar personalmente el estado de su finca y de sus producciones. Estos agricultores, vinculados a la CSS Israel León del sureño municipio de Jagüey Grande, constituyen ejemplo palpable de la salud de los suelos y las plantas con el empleo de prácticas agroecológicas.

“En mi finca tenemos un mantra: no aplicar candela a la tierra y utilizar solo en casos excepcionales pesticidas, plaguicidas u otro componente químico que la afecte. Desde que comprobamos el cambio de la cosecha con las prácticas naturales las aplicamos con mayor frecuencia. Uno de mis métodos preferidos es el compost, una mezcla -en mi caso porque suelen ser variados- de estiércol de caballo, conejo, aserrín y cenizas”, expresó Miguel Ángel Plasencia Abreu, pequeño agricultor.

Como parte de la estrategia del Ministerio de la Agricultura de conservar el medio ambiente al tiempo en que se produce y aporta a la alimentación de los cubanos y de los matanceros, varias investigaciones se encaminaron a conocer sobre las consecuencias de productos naturales para emplear en el campo como el reconocido Fitomás-E.

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LA CIENCIA Y LA TÉCNICA EN JAGÜEY GRANDE

“En el municipio la actividad agroecológica cuenta con buena salud y en las asambleas de asociados es un tema recurrente. Los productores valoran la posibilidad de intercambiar las experiencias, y en cada una de las propiedades aplican en dependencia de sus características los estudios de la Unidad Científico Tecnológica de Base de Jagüey Grande, la Estación Experimental de Pastos Y Forrajes Indio Hatuey y la Sede Camilo Cienfuegos de la Universidad de Matanzas, específicamente de la carrera de Agronomía”, comentó Sonia Casero Morales, coordinadora agroecológica de la ANAP.

La CCS se incluye en varios proyectos con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que les permite fortalecer el sistema de innovación agropecuaria;  promover la agro diversidad como estrategia a favor de la seguridad y la soberanía alimentaria en el contexto cubano; y conformar bancos de semilla con una alta diversidad genética de especies aplicando tecnológicas asociadas al beneficio económico, social y ambiental.

“A pesar de ello no han sido extendidas las acciones en todo el municipio, no existe un seguimiento sistemático por parte de los directivos de las bases productivas a los integrantes de los proyectos y al uso de los recursos entregados, y resalta el poco funcionamiento del grupo de desarrollo local de forma estable”, agregó Casero Morales.

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LA EXPERIENCIA DE LOS AGRICULTORES

Para Duniesky Vázquez Valladares comenzar a cultivar resultó una tarea de entrega total. En un espacio donde se cosechaba anteriormente el cítrico y donde la tierra se caracterizaba por la erosión y la compactación, la aplicación de importantes cantidades de materia orgánica posibilitó la permanencia del agua en la siembra que se traduce en mayores rendimientos.

“Mi mezcla la componen los desechos de cerdo que se producen en la finca, de vaca y de caballos, además de cachaza, y en ocasiones agrego urea para que se descomponga con mayor rapidez. Siempre que agreguemos lo natural las plantas combatirán las consecuencias de las plagas y utilizaremos en menor medida los productos químicos”.

“En estos momentos estamos en la construcción de un biodigestor, aspiramos a reciclar los desechos líquidos y sólidos de la masa porcina con que contamos en la finca. El agua obtenida es rica en nutrientes, se utilizará el lodo para fertilizar los campos, y el metano, gas resultante del proceso, para la cocción de alimentos y la generación de energía eléctrica”, agregó.

El productor de avanzada Daniel Oliva Dávila, además del compost y de la utilización de microorganismos eficientes, integra el proyecto Ecovalor.

“Ecovalor valoriza integralmente los bienes y servicios que nos brindan los ecosistemas y los agrosistemas, que constituyen un nuevo concepto que debemos incorporar en la producción de alimentos”.

“Solo considero como deficiencia la escasa retroalimentación con los estudios de universidades cubanas, investigaciones que pueden fortalecer el trabajo de los que amamos la tierra y la cosecha para adaptarla a las condiciones locales; así como la necesidad del apoyo de las instituciones vinculadas a la producción y comercialización de artículos orgánicos y los minerales”.

“La vida comienza en la tierra, necesitamos comprender la importancia de aplicar derivados naturales a los alimentos que entregamos y que culminan en la mesa de los jagüeyenses con un valor saludable agregado”.

 

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